Crónicas aeronáuticas

Conflicto del Atlántico Sur: El apoyo de la Fuerza Aérea de Perú

--

02-05-2025.
 A través de una misión secreta el Comando del Grupo Aéreo 6 de la FAP reunió a los mejores pilotos peruanos para brindar un apoyo significativo durante el Conflicto del Atlántico Sur

Fotografía alusiva de una las aeronaves entregadas por la FAP en Tandil - Década de 1990 – Archivo DEH

Entre los recuerdos de una Fuerza Aérea probada en combate, se encuentra el de aquel 6 de junio de 1982, cuando la Fuerza Aérea Peruana (FAP) envió 10 aviones cazabombarderos supersónicos Mirage M-5P para contribuir a los esfuerzos argentinos en el Conflicto del Atlántico Sur.

Tras la recuperación de las Islas Malvinas y luego de iniciadas las hostilidades, el gobierno de Perú inició una ayuda militar de gran magnitud: gestionó el envío de los diez cazabombarderos, con gran cantidad de elementos logísticos, incluido el armamento; además de ofrecer instrucción y asesoramiento técnico.

En este contexto, el Grupo Aéreo N°6 de Chiclayo, asiento de los M-5P, ya venía operando desde Arequipa cuando recibió la orden de trasladarse hacia la ciudad argentina de San Salvador de Jujuy.

En paralelo, un equipo de apoyo técnico conformado por personal de diferentes especialidades trabajaba en el acondicionamiento de diez Mirage M-5P configurados con sus tanques externos de combustible, verificaba su condición general y abastecía de munición 30mm sus dos cañones, entre otras tareas. Gracias a estas previsiones, los M-5P despegaron completamente operativos, con todos sus sistemas funcionando.

Entre el personal de la FAP que se trasladó en un Hercules L-100 y en los Mirage M-5P sumaban 34 efectivos que viajaron a nuestro país para contribuir con la causa malvinera.

Despliegue del equipo técnico

A las 03:30 del 6 de junio de 1982, el equipo técnico recibió instrucciones directas del Comandante de Operaciones de la FAP en las cuales se le indicó que habían sido seleccionados para viajar a la Argentina, ponerse bajo las órdenes de las autoridades militares, vestir el uniforme de la Fuerza Aérea Argentina e incorporarse a sus filas como efectivos regulares.

A las 04:00 abordaron un Hercules L-100 de la FAP, el cual había sido cargado en Chiclayo y La Joya con equipos de mantenimiento, motores Atar, tanques de combustible y bombas, además de 17 especialistas que proporcionarían a los argentinos la transferencia administrativa y técnica de las aeronaves y brindarían apoyo para la operación de los M-5P. Así se dirigieron con destino a la ciudad de Tandil.

Traslado de los Mirage M-5P

Ese mismo día, los pilotos de los M-5P se dirigieron a la plataforma donde los aviones habían sido pintados con las insignias y matrículas argentinas.

Los diez M-5P monoplazas despegaron de la base de La Joya, en Arequipa, en tres escuadrillas: la primera conformada por cuatro aeronaves, y las restantes por tres, con una separación de una hora y media para garantizar el sigilo, en restricto silencio de radio, tomando como ruta la frontera entre Chile y Bolivia.

La primera escuadrilla llegó al aeropuerto de Jujuy al mediodía y poco después arribó la segunda, completando así siete aviones. Allí se reaprovisionó el combustible y los pilotos peruanos tuvieron el primer encuentro con sus pares argentinos, donde los abrazos y la emoción dejaron de lado los protocolos y la marcialidad militar.

El contingente peruano pernoctó en Jujuy y al día siguiente partió hacia la VI Brigada Aérea de Tandil, donde se encontraron con los mecánicos que diariamente atendían los Mirage en Chiclayo.

La tercera escuadrilla arribó el 7 de junio a Tandil, completando así la entrega de los 10 aviones, un hito coronado por una breve ceremonia en la cual, con profunda emoción, los peruanos y argentinos rompieron filas para unirse en abrazos y palabras de agradecimiento.

Los M-5P peruanos recibieron las matrículas de los Mirage Dagger argentinos derribados durante el Conflicto.

El cese al fuego y el sello de un vínculo inquebrantable

Si bien los pilotos peruanos retornaron a Lima en el Hercules L-100, el 8 de junio, un grupo del equipo de apoyo logístico se dirigió a la Base Aérea Militar Río Gallegos con parte del material, donde se encontraron con personal de la FAP de especialidad Defensa Aérea, quienes fueron designados para dar instrucción al personal argentino sobre el empleo de los misiles tierra-aire Strella.

El conflicto finalizó sin que los M-5P entraran en combate debido a las tareas de preparación y acondicionamiento que insumieron varios días.

Es importante destacar que el personal técnico peruano permaneció en la zona hasta después del cese del fuego, cuando fueron trasladados a la VI Brigada Aérea y luego a Buenos Aires. El 27 de junio regresaron a Lima en un vuelo de Aerolíneas Argentinas.

Por tratarse de una operación clasificada como estrictamente secreta no se encuentran evidencias fotográficas.

Las aeronaves, adquiridas al gobierno de Perú, fueron actualizadas en 1987 a la versión Mara y estuvieron en servicio hasta 2015.

Desde aquel entonces, el vínculo entre ambos países se mantiene inquebrantable, y los Mirage peruanos se erigen como un símbolo de hermandad entre ambas naciones.